DE LA VENTRILOQUIA DE LOS COMERCIANTES SALMANTINOS


La lectura de la prensa salmantina arroja noticias que nos sacuden de cuando en vez como si de una bofetada inesperada se tratase.  Una de las más recientes, más allá de las propias de las fechas que atravesamos, es la respuesta contundente de los vecinos y vecinas del barrio del Oeste en relación a la posible peatonalización de la calle Wences Moreno.  Según la noticia, han sido unas 700 personas las que, junto a comerciantes de la calle implicada, firman un manifiesto en contra de la supuesta transformación hacia una calle pacificada y dedicada al paseo, las compras con los pequeños, al juego o la conversación tranquila en torno a una mesa. 

Wences Moreno Centeno (1896-1999) 

No hace falta haber leído ni la mitad de los textos de esta página para deducir cuál podría ser nuestra posición frente a tan asombroso devenir ciudadano.  Como si de un ejercicio de ventriloquía se tratase, y acordándonos por su puesto del Señor Wences y su extraordinaria habilidad para hablar sin parecerlo, los salmantinos seguimos hablando en otro lenguaje más propio de otras épocas en las que el coche tenía siempre el beneplácito.  Dicho de otra manera, poniendo en boca del personaje “ventrilocado”, es decir, el coche, la voz de un equívoco aún dominante: vamos a comprar al centro de Salamanca en coche….¡ERROR!

Pero desde salamancaenbici nos preguntamos cuáles son los verdaderos motivos que llevan a tantas personas a firmar en contra de una transformación que, asombrosamente, en tantos otros puntos de la ciudad ha dado tan buenos resultados.  Nos referiremos exclusivamente a los económicos, obviando no por corazón sino por simplificación, la salud pública, la seguridad, la amabilidad urbana, el desarrollo y la independencia de los más pequeños, la movilidad sostenible o el inconmensurable placer a disfrutar de una ciudad sin coches.  La creciente actividad comercial en la calle Toro, la calle Zamora o en la Rúa Mayor, parecerían ejemplos y hechos suficientes como para convencerse de los beneficios de espantar al coche.  Sin embargo, no son motivos sustanciales para estos salmantinos adheridos al manifiesto.  Ello nos obliga tal vez a alegar más argumentos a favor de una medida que salvo en contadas ocasiones, ha repercutido de forma muy generosa en las estructuras comerciales de las ciudades españolas, europeas y, en general, de todas las ciudades del globo, grandes y pequeñas.

Recogiendo un pequeño halo de luz en tal desaliño social,  Inmaculada Cid, la actual presidenta de la asociación de vecinos ZOES comenta que tal reconversión debería estar precedida de un estudio que evidenciara y analizara los posibles cambios y efectos para los negocios asentados en esta zona.  Sin duda, una declaración que pone de manifiesto una de la lacras en este país en torno a los planes de movilidad sostenible y, en definitiva, a cualquier plan.  Estamos desbordados por la ingente información técnica y divulgativa que nos llega de otros países europeos en la que se muestran una y otra vez, resultados sobre encuestas, estudios, sondeos, presentaciones, etc. sobre aspectos de percepción, tendencias, hábitos, comportamientos, tanto en el ámbito cuantitativo como cualitativo.  Algunos de esos estudios, referenciados en ocasiones anteriores en nuestra página, demuestran sin lugar a dudas la relación inversa entre el tráfico y la actividad comercial en entramados urbanos muy parecidos al barrio del Oeste.  Otros, convergen en la idea de que los comerciantes están muy equivocados sobre qué medios de transporte utilizan sus clientes. Todos caminan hacia una misma dirección: la actividad comercial de pequeña y mediana escala se fundamenta en el hecho peatonal.  La gestión inteligente y segregación de espacios de uso preferentemente peatonal son garantía del sustento del comercio de tienda a tienda, de puerta a puerta, del que obvia el coche por motivos de tiempo, de gasto en gasolina o por comodidad o cercanía.  El pequeño comercio es de cercanía y por lo tanto no requiere del coche. Eso sí, precisa de buenas rutas peatonales, de itinerarios y facilidades para el que camina, para el que pedalea, incluso para el que deambula sin más. Esa sería incluso una buena definición para el comercio que se da actualmente en la calle Wences Moreno.

Nuestra propuesta a los 700 implicados y al hilo de lo que hemos comentado sería establecer un sí a la peatonalización pero con condiciones:

1. Realizar una encuesta a comerciantes y clientes sobre cuál es el medio de transporte utilizado durante las compras.  Primero, según la percepción de los comerciantes, y segundo, atendiendo a la realidad de la clientela.  Apostamos un mea culpa público a que los primeros se equivocan en los porcentajes que defenderían al cliente en coche en lugar del cliente-peatón.

2. Creación de una buena plataforma peatonal elevada que cruce directamente la Avda. Alemania desde la misma esquina de la calle Crespo Rascón (y no desde la fuente) y una semaforización más lenta para peatones en la calle Álvaro Gil.  Tal vez algún que otro cambio en la iluminación de la calle podría crear también un efecto llamada.

3. Para ir rematando la jugada, reinvidicaríamos por favor una Plaza del Oeste sin coches, al menos por una de sus orillas, y así evitar la función de rotonda que tiene actualmente.

4. La designación de una marca para este nuevo espacio peatonal de ocio y comercial es una buena idea que redundaría en el nuevo contexto urbano.

Por último, hemos de dar un aviso no obstante a los comerciantes salmantinos.  Los hábitos de consumo cambian cada vez más rápido y por eso hacemos un llamamiento a todos ellos para que hagan todos los esfuerzos posibles para adaptarse en la medida de los posible a la realidad actual, transformando sus modos de venta y exposición, atención o marketing.  Cabe destacar que, tras una consulta en google maps, tan solo aparecen etiquetados 4 comercios en toda la calle Wences Moreno.  Los viejos esquemas de venta, además de lastrar manifiestos como este, también avecinan derrotas comerciales como consecuencia de la no renovación de su genuina idiosincrasia.

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