Muchas son las cuestiones que en torno a la movilidad en la ciudad de Salamanca aparecen reflejadas en diferentes ámbitos de la sociedad salmantina. Atropellos, obras en el viario, parques y jardines, transporte público, dotación de servicios, comercio, infancia, etc. Desde los artículos de prensa diarios, pasando por la diversidad de opiniones expuestas en multitud de nuevos formatos digitales, hasta las inquitudes que muestran unos y otros en los foros de debate e intercambio de ideas, son muy habituales este tipo de noticias.
Las redes sociales se convierten en altavoz de la demanda de mejoras o soluciones a cuestiones sucedidas en los espacios públicos. Son un testigo activo de las muchas acciones que hasta ahora permanecían aletargadas y desconocidas por los mecanismos y trámites de comunicación tradicionales. También representan en cierto modo un acercamiento que permite agilizar la comunicación entre la ciudadanía y los representantes políticos. Además, en los tiempos preelectorales que corren, esta simbiosis entre particulares y representantes (y sobretodo aspirantes) públicos se ve incrementada. Son numerosos los ejemplos que ponen de manifiesto esta nueva vía de información y conexión entre sociedad y representates públicos.
No obstante, las redes sociales y todas las tecnologías de información y comunicación arrojan cierto desamparo como consecuencia de los ritmos y superficialidad que imprimen las mismas. La velocidad e inmediatez con que se suceden los testimonios y pareceres de los miles de ciudadanos que atestiguan los cambios y transformaciones del escenario ciudadano a través de sus cuentas personales y corporativas, convierte en efímeras las soluciones y también las reflexiones de fondo. La actualidad es veloz y por lo tanto efímera. Si es entorno a la organización y gestión del espacio público nos preocupa aún más.
En lo que respecta a la movilidad urbana, un asunto amplio y transversal al quehacer diario de miles de ciudadanos termina pues por convertirse en una cuestión sesgada y parcial, en la que se adolece de una óptica o perspectiva integrales. El análisis de fondo en el tiempo y en el espacio nunca se llega a producir. El aumento de atropellos en nuestra ciudad se ataja con un plan elaborado unilateralmente por determinados ámbitos que en principio podría parecernos positivo pero que, en ninguno de los casos, pretende hacer partícipe a la sociedad y ni tan siquiera reflexionar sobre el concepto de ciudad. Así, las medidas que se ponen en marcha para mitigar el drama de los atropellos terminan por convertirse en propaganda y en un "hacer municipal" que determina tendencia y, por lo tanto, manera de pensar. Es sintomático que el plan antiatropellos del ayuntamiento de Salamanca incorporase un punto de consulta a los ámbitos ciclistas sobre esta cuestión y que nunca se produjo.
Otro ejemplo lo encontramos en el minucioso e imparable arboricidio que sufre Salamanca desde hace décadas. Las arboledas en las calles muestran asfixia. Lo verde se limita cada vez más a parcelas y espacios esclusivos que impiden la continuidad de un elemento tan esencial y necesario para la vida en la ciudad. Con el tiempo, los árboles se han convertido en un escaparate vip de determinados espacios y no parece además que exista inquietud social por su menguada situación. Hace unos días, varios botánicos expresaban su inquietud al comparar la vegetación de nuestra ciudad con otras. ¡Salamanca tiene cada vez menos árboles!
La conciencia de lo público poco o nada tiene que ver con planes parciales, con las medidas sesgadas o las intenciones. La conciencia de lo público es un modo de entender el mundo cuya evolución se ralentiza bajo una mediocridad que nos condena al inmovilismo social, mediático y cultural. Para trazar el futuro de las ciudades es necesario discutir y debatir en común, llegar a acuerdos y contar con los agentes sociales. Salamanca parece adormecida desde hace décadas. Los intentos por conectar el pensamiento ciudadano con los poderes no llega nunca a concretarse. Hace unos días 300 vecinos de Garrido entregaban al ayuntamiento un plan extraordinariamente elaborado sobre medidas concretas para el nuevo parque de Garrido, y apenas se ha mostrado interés desde todas las esferas (incluso en las redes). No importan los parques, no son noticia, no preocupan. Cuando nos preguntamos el por qué, encontramos útil como respuesta la deriva y dejadez públicas en torno al debate y al empoderamiento ciudadano. No existe desde hace tiempo.
Tenemos dos opciones, seguir trabajando duro en las redes sociales creyéndonos que estamos cambiando el mundo (o peor aún, hacer creer a los poderes públicos que nos escuchan y lo hacen bien) o detenernos por un instante y demandar de una vez por todas una reflexión más amplia y sólida sobre el lugar que habitamos.
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