UNA NUEVA CULTURA DE LA MOVILIDAD EN SALAMANCA



Un año más asistimos a una reproducción programática de la Semana Europea de la Movilidad en la ciudad de Salamanca.  Un elenco de propuestas carente de autocrítica e interrogantes donde el regocijo, lo lúdico y la apología a la automoción no hacen más que consolidar una semana “para cumplir”, rentable políticamente y desveladora de las escasas pretensiones de nuestros gobernantes por cambiar o, al menos mejorar, el ecosistema urbano.  

dia de la bici salamanca
Día de la Bici 2015


Nos cuesta creer que desde más altas instancias siga primando el número de ciudades que se adhieren arbitrariamente a esta semana y obvien en cambio objetivos cumplidos y medidas permanentes convenientemente evaluadas con indicadores y consensuadas con la ciudadanía.  Tampoco es de nuestro agrado comprobar cómo presumen ciudades que, aún a pesar de las buenas intenciones, evitan cuestionar sus propias realidades, admitir y reconocer sus fracasos u obstáculos y, entre todos, enmendar la realidad y ponerse a trabajar sincera y honestamente marcando metas y mejorando la calidad de nuestra casa. La casa de todos.  


Hemos comparado durante estos días algunas de las ideas lanzadas en ciudades aquí y allá y nos llaman la atención solo aquellas que ponen el dedo en la llaga de sus propios ecosistemas urbanos, cuestionando los espacios y preguntando abiertamente ¿y si aquí en lugar de coches ponemos paseos, bicis o árboles?  Todo ello de la mano de sus propios conciudadanos.  
 
semana de la movilidad salamanca
Park (ing) day en San Francisco


Así, la autocrítica, una vez más, es la gran ausente en nuestro ayuntamiento que, lejos de abordar la movilidad desde otros puntos de vista no necesariamente más delicados e incómodos (sobre todo políticamente) se limita a regalarnos ocio y diversión pero esta vez en clave verde.  El autobús gratuito desde luego no contribuye a valorar y reivindicar un transporte público de calidad.  Más bien lo trivializa, sobre todo cuando no se convierte en la alternativa al transporte privado durante el “Día sin coches” y termina siendo un agasajo municipal.  Tampoco ayuda al cambio promocionar unilateralmente el ciclismo convirtiendo en casi una deidad de la “movilidad sostenible” al sistema de bicicleta pública.

dublin movilidad
Cambios en el espacio público en Dublin

Se desprenden varias cuestiones de la 5ª semana de la movilidad.  La primera es la letanía, desarraigo y un más que flojo discurso de sus próceres.  Aburre ya el mismo sermón anual de “por la movilidad sostenible” y nos lleva incluso a dudar de si realmente se conoce su significado.  Echamos de menos una referencia municipal sea intelectual o, incluso paranormal que, aún a pesar de la inevitable petulancia política a la que nos tienen acostumbrados, nos convenza de que es inevitable tender a sostenibilizar el transporte. Que con más gestos y menos notas de prensa sea capaz de persupersuadirnos (y no disuadirnos) de reducir el tráfico motorizado y que además tenemos -toda la ciudadanía, sin excepción- derecho a acceder en igualdad de condiciones a todos los medios de transporte, sean más o menos contaminantes, sean bicicletas o coches.  Necesitamos a alguien que deje de aburrirnos ya más con eso de “por la movilidad sostenible” por favor.


Oigan ustedes, Salenbici no es “movilidad sostenible”, juntar a 3.000 ciclistas disfrazados con casco y maillots no es movilidad sostenible y tampoco lo es exhibir coches híbridos en las plazas de la ciudad.  En toda esta fastuosa puesta en escena pero de una inmensa mediocridad en contenidos, ni siquiera nos recuerdan cuáles son las medidas importantes, las permanentes, las que cada ciudad se compromete a desarrollar de forma irreversible en pro de mejorar nuestra forma de movernos. (las salmantinas, están muy bien traducidas al inglés en este enlace).  Pero cómo vamos a implicar a la ciudadanía en cómo queremos que sea y funcione el lugar donde vivimos y lo van a hacer nuestros hijos si la idea es “gastarse unos eurillos” (textual) en divertir y distraer a pequeños y mayores.  O no somos merecedores de esa erudición o sencillamente no se sabe cómo debería ser el futuro.

 
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Algunas ciudades europeas sí nos han hecho reflexionar. (Aarhus)

La segunda es el sinsabor que produce ver cómo se resuelven algunos de los conflictos más graves de nuestra ciudad buscando contrapartidas populares. Los atropellos se remiendan quitando pasos de peatones pero ampliando las plazas de aparcamiento, es decir con más coches.  Un razonamiento cuando menos paradójico.  Otro ejemplo de la pesadumbre peatonal (el 66% de los recorridos diarios en Salamanca se hacen a pie) es comprobar cómo se gastan miles de euros en remozar aceras sin ni siquiera replantear los espacios, apostando por su ampliación, su posible reinvención  o hilvanando de una vez por todas los itinerarios peatonales de la periferia al centro y viceversa.  En Salamanca seguimos creyendo que la modernidad se mide en metros lineales de rutilantes baldosas sobre un obsoleto esquema urbano de hace 40 años (nos referimos a los barrios).  El envoltorio es sin duda lustroso pero es solo eso, un envoltorio. 


En la Salamanca del siglo XXI no hemos sido todavía capaces de replantear y aumentar arbolados a todas las escalas, de repensar las aburridas geometrías rectilíneas de muchas calles y avenidas, de evitar las letárgicas simetrías y desequilibrios asfalto-acera apostando por quebrar la monotonía y propiciar espacios públicos amables y sorprender.  Los espacios públicos son para algunos escaparates del buen hacer municipal en lugar de un complejo sistema que articulan y dotan de sentido las personas.  Si las personas.  Como ocurre con los escaparates, una limitación o postración de estos espacios no genera atractivos y se convierten en lugares de paso (de pasar) en lugar de “para estar”.  ¿Que el pequeño comercio falla?  Algo tienen que ver aceras y cómo se conciben las calles.



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Una calle en Viena.


Esta aflicción salmantina se incrementa también cuando la cultura del acelerón, del derrape y del bocinazo se suscribe por la mayoría y consentimos el status de las revoluciones y de los caballos de potencia.  La responsabilidad de los entes de seguridad sigue inspirándose en ecuaciones de fontanería, es decir, en que “las tuberías” alivien rápidamente coches y más coches.  El mismo concepto de “tráfico”, afortunadamente ya superado en otros municipios, sigue siendo un lastre para una Policía Local que no aporta esa frescura que requeriría la situación.  en otras ciudades como por ejemplo Pontevedra es el propio Jefe de la Policía Local el que empuña un proyecto de camino escolar.  La tímida ampliación de los itinerarios bici, enaltecida siempre en mediáticos kilómetros pero no en eficacia ni eficiencia, es otro de los fracasos municipales.  ¿Dónde está ese incremento de desplazamientos ciclistas? ¿Alguien lo ha cuantificado?  Recordemos además que ni siquiera está cerrado completamente el “anillo verde”. 


En último lugar, la semana de la movilidad es en realidad una alegoría en el calendario, fruto de un trámite funcionarial que, lejos de involucrar a otros ámbitos de la gobernanza municipal y de los agentes sociales, sigue estando parcelada y encorsetada limitándose a cumplir con unos requisitos y plazos cuyo objetivo no es más que el de la rentabilidad política.  Es bochornoso ver a agentes de la Policía Local ejerciendo la compleja y exigente educación vial con menores montados en mini-coches, cuando todos ellos tienen una bicicleta en su casa.  También es una lástima comprobar que después de 5 jornadas consecutivas del “Día de la Intermodalidad” (desde el 2010) siga sin haber una tarjeta única para Salenbici y el bus urbano.  Contemplar la escasa puesta en común y nula asertividad del ayuntamiento con asociaciones y entidades, más allá de las estrictamente turísticas o deportivas, completaría el sinsabor de esta ciudad y, en concreto, de lo mucho que nos queda por recorrer en asuntos de participación.  

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Fuente: @salamancaenbici
Nos da la sensación de que en definitiva existen miedos, de que el sino público y ciudadano son sin duda uno de los principales obstáculos para cambiar las ciudades. No todos compartimos como legítimo el contar con más espacio para las personas o recriminar los abusos del coche en las ciudades. El legado "cochista" es grumoso y medular. Se exhibe casi siempre con cacareos y argumentarios superficiales. Hay votos de por medio...  

Sin embargo, nosotros creemos  que si otras ciudades cambian y así su ciudadanía, son razones suficientes para atreverse a tenerlas en cuenta como puntos cardinales. Para ello, comenzaríamos por juntar a unos y otros en torno a una mesa salmantina y brindar pluralmente la exquisita oportunidad de decidir.  Sea cual sea el resultado, el caso es ponerse a ello. Tal vez estemos equivocados.







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