JUAN CARLOS CUADRADO-REGALADO CONTRA EL PEATÓN

El pasado jueves JUAN CARLOS GARCÍA-REGALADO nos "regalaba" (como no podía ser de otra manera) una perla que reproducimos a continuación.  No vamos a comentar sus provocadoras y falaces ocurrencias en contra de los peatones, pero sí haremos un ejercicio de imaginación lingüística sustituyendo -más abajo- las palabras "peatón" de su texto por las de "coche" y "conductor" (en negrita). Nos ha resultado tan fácil cambiar el sentido del texto de Regalado, sustituyendo solo estas palabras, que no podemos esperar más para la siguiente entrega.  Una entrega en torno a los ciclistas.... ¡espera! ....¿en contra? ...¡por supuesto! Gracias Juan Carlos, ¡cómo nos entretienes!

Ah, y como ha tenido mucho eco en nuestro twitter, reproducimos algunas de las conversaciones de asociaciones en defensa de los peatones en España.


TEXTO ORIGINAL:

El  “derecho  a”,  el  derecho  al yo,  sin  contestación  ni  obligaciones, ha sido otro de los “derechos”  mal entendidos  que  trajo la democracia, esta democracia española tan mal llevada, tan mal digerida… Tan idiota. Hoy inicio una breve serie sobre estereotipos de salvadores de los derechos ciudadanos, aunque en realidad no son más que irresponsables suicidas. Y  como  primer  modelo  de  esta  sociedad  enferma de derechos podría utilizarse la  figura  de  un  conductor, “ser”  que  abandera  el  “yo  mayestático”  frente  al mundo,  el adalid  de  la cruzada  contra  el peatón  opresor  y  sus  conductores  asesinos.  El  peatón es un  mártir,  un  héroe  de  la  vía  pública,  un  demócrata  que  pasea  orgulloso su conciencia de peatón, el rey de los pasos de cebra o de donde le venga en gana cruzar la calzada. Es él, ¡ooohhh!, el peatón, el hombre, la mujer que te fulmina con la mirada si osas romper sus derechos de trota- mundos justiciero. El  peatón  pone  el  pie  en  la  calzada  y  es Colón poniendo  pie  a  tierra. Y entre morir atropellado por un coche  (que  puede  estar conducido por un  loco  o  simplemente  por  un  des- pistado)  o dejar que pase aunque “atropelle” nuestros  derechos,  por supuesto  el  peatón  elige  morir.  Luego  está  el  peatón o  peatona que  utiliza el cochecito de su bebe, con bebé incluido, de arma “biológica”, nunca mejor dicho, y mete por delante el cochecito sin encomendarse ni a Dios, ni a la Virgen, ni a Pinocho. Meten el carro y “!zas!, que paren, malditos auto- movilistas. O coche o niño… creyendo, es de suponer, que los niños son de goma.  El peatón, él solito, escenifica el país de anormales que han, que hemos construido, ¿o qué se creen, que Pujol, Mas, Rodrigo Rato, el consejero de Sanidad de Madrid, o Zapatero son extra- terrestres?  De eso nada, son españoles, son “peatones”. Tontos con derechos, ya sea a robar, a insultarnos… o a morir en nombre de los “derechos”. Próximo jueves:  El ciclista.

TEXTO CON SUSTITUCIONES:

El  “derecho  a”,  el  derecho  al yo,  sin  contestación  ni  obligaciones, ha sido otro de los “derechos”  mal entendidos  que  trajo la democracia, esta democracia española tan mal llevada, tan mal digerida… Tan idiota. Hoy inicio una breve serie sobre estereotipos de inhibidores de los derechos ciudadanos, aunque en realidad no son más que irresponsables suicidas. Y  como  primer  modelo  de  esta  sociedad  enferma de derechos podría utilizarse la  figura  de  un  conductor, “ser”  que  abandera  el  “yo  mayestático”  frente  al mundo,  el adalid  de  la cruzada  a favor del coche  liberador  y  sus  conductores  salvadores. El conductor es un  mártir,  un  héroe  de  la  vía  pública,  un  demócrata  que  pasea orgulloso su conciencia de conductor, el rey de los pasos de cebra o de donde le venga en gana cruzar la calzada.  Es él, ¡ooohhh!, el conductor, el hombre, la mujer que te fulmina con su coche si osas romper sus derechos de trota- mundos justiciero. El  conductor  pone  el pie en el  acelerador  y  es Colón poniendo  pie  a  tierra. Y entre morir atropellado por un coche (que  puede  estar conducido por un  loco  o  simplemente  por  un  des- pistado)  o dejar que pase aunque “atropelle” nuestros  derechos,  por supuesto  el  conductor  elige acelerar. Luego  está  el  conductor que  utiliza el morro de su coche, con bebé incluido, de arma “biológica”, nunca mejor dicho, y mete por delante el morro sin encomendarse ni a Dios, ni a la Virgen, ni a Pinocho. Meten el morro y “!zas!, que paren, malditos peatones. O morro o cilindrada… creyendo, es de suponer, que los niños son de goma.  El conductor, él solito, escenifica el país de anormales que han, que hemos construido, ¿o qué se creen, que Pujol, Mas, Rodrigo Rato, el consejero de Sanidad de Madrid, o Zapatero son extra- terrestres?  De eso nada, son españoles, son “conductores”. Tontos con derechos, ya sea a robar, a insultarnos… o a morir en nombre de los “derechos”. Próximo jueves:  El ciclista.




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1 comentario:

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