LA DGT NO QUIERE NIÑOS JUGANDO EN LAS ACERAS

La DGT nos sorprende con su nueva guía del peatón. Estábamos acostumbrados a que esta institución, proclive a pensar la educación vial siempre desde la perspectiva del coche, hiciera de menos a los demás usuarios, pero esta vez, ha ido más lejos y nos augura un mundo sin niños jugando en los espacios públicos. Las aceras, lugar de estar, de pasar, y también para jugar es, para la DGT, un espacio donde supuestamente la infancia no tiene cabida. Una infancia cada vez más relegada a espacios limitados y desprovistos de interacción vital con otras personas de forma autónoma fuera del contexto familiar o más cercano. Todo ello, parece ser, en pro de una conducción más segura para aquellas personas que utilizan transportes motorizados.



No sería ninguna novedad advertir el cambio en estos últimos 20 años en la dinámica de la actividad de la infancia en nuestras calles. Tampoco vamos a dejarnos llevar por una nostalgia que a las generaciones de los 70 y 80 nos aportó en cuestión de experiencia buenos (la mayoría) y malos momentos en la calle. Nos detendremos en la calle como espacio imprescindible para vivir experiencias de todo tipo y en el que mejor se adquieren un conjunto de valores que, si bien no tienen por qué ser los mismos que hace 30 años, sí representan una esencia en el desarrollo de la cosmografía de cada persona. Esta es la razón por la cual nos indigna que la DGT recomiende en su guía "que los niños no jueguen en las aceras para no molestar a los demás peatones".  ¿quiénes son los demás peatones? Los demás peatones, además de ser otros padres y madres, abuelos y abuelas, son también otros niños a los que también les apetece jugar e interactuar. Incluso otros padres y madres por supuesto y, en definitiva la mayoría de los usuarios de las aceras.  



Lamentablemente, la aceras han sufrido una transformación funcional en los últimos años que se rige por aquello de "para todos pero para nadie en particular". Circunstancia que sin embargo, contrato mediante, hace florecer terrazas y demás infraestructuras del comercio y ocio moderno. Sin detenernos tampoco en este a veces abusivo uso de los espacios públicos, creemos que las aceras deben cumplir un papel fundamental en la conformación de esquemas sociales y culturales que no aportan otros lugares.  Los peligros están ahí, si, pero también existían hace 30 años y para ello no hay más que recordar con los viejos amigos nuestras historias del barrio.

La infancia necesita mayor autonomía en todos los sentidos. Una infancia sin juegos en la calle, sin lugares abiertos y en los que experimentar los primeros encuentros y desencuentros, es una infancia incompleta. La autonomía infantil se ha convertido incluso en un reivindicación actual y ello se debe, entre otras cuestiones, a que el coche sustituye al autobús o al caminar en el itinerario al colegio por ejemplo.  Los primeros amores de juventud son incluso aquellos que se labraban de vuelta del colegio caminando o en la esquina. Las primeras salidas de  tono, siempre necesarias en el aprendizaje, también eran fruto de pasar tiempo en la calle.

La calle pública y de todos es un escenario pocas veces reinvindicado por sus usuarios. Estamos condenados a delimitar espacios y segregarlos gracias a una ordenación no solo espacial sino también mental en la que el espacio público es una malla de fontanería sin margen para la imaginación, la espontaneidad y, en definitiva, para una convivencia intergeneracional de funciones y realidades necesarias para la maduración colectiva e individual.  Por eso, tal vez no llama la atención el caminar por ciudades sudamericanas o africanas, donde la calle es un espacio a veces caótico (según nuestro punto de vista), pero en el que aún concurren muchas situaciones posibles. En la vieja Europa las calles también aportan sorpresas que desde la mercadotécnica, pero sin negar la multifuncionalidad del espacio público, contribuyen a crear espacios de convivencia más plurales y abiertos a la experimentación, las artes y, por su puesto, para el juego de los más pequeños. Son ejemplos completamente diferentes y que atienden a circunstancias opuestas, pero que nos dan una idea inequívoca de que las aceras y, en general, el espacio público, pueden restringirse de muchos modos pero nunca a los más pequeños y a su modo de crecer y de conocerse a sí mismos.


Salamancaenbici sale a la calle y en las calles peatonales una frase habitual de los padres y madres al paso de bicicletas es ¡cuidado con la bicicleta!  Una manera de contribuir desde el mundo de la bicicleta a la desaparición de esos miedos latentes en padres y madres es circular muy despacio y, si es necesario, bajarse de la bicicleta. No dejéis de mirar a los pequeños, a pesar de lo que dicen sus padres siempre se quedan fascinados con la bicicleta.  Aprenden conviviendo...

1 comentario:

  1. . COMO DESARROLLAR INTELIGENCIA ESPIRITUAL
    EN LA CONDUCCION DIARIA

    Cada señalización luminosa es un acto de conciencia

    Ejemplo:

    Ceder el paso a un peatón.

    Ceder el paso a un vehículo en su incorporación.

    Poner un intermitente

    Cada vez que cedes el paso a un peatón

    o persona en la conducción estas haciendo un acto de conciencia.


    Imagina los que te pierdes en cada trayecto del día.


    Trabaja tu inteligencia para desarrollar conciencia.


    Atentamente:
    Joaquin Gorreta 55 años

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Salamancaenbici es un espacio abierto en torno a las dos ruedas y a la ciudad. Una ciudad con más bicis es más ciudad.