LA BICI EN LAS COMUNIDADES DE VECINOS

Muchas veces fijamos la mirada en la ciudad sin reparar en sus antesalas.  Nos referimos a todos aquellos espacios donde por una u otra razón las bicicletas no son bienvenidas.  Se trata de una perspectiva que los que trabajan en movilidad denominan como orígenes y destinos.  En relación a los orígenes de los desplazamientos podemos contemplar principalmente a las zonas residenciales.  Es allí donde se originan diariamente miles de viajes hacia otros escenarios de la ciudad como las zonas comerciales, las de estudio, etc.  los llamados puntos de destino.  


Prohibido bicicletas, prohibido todo.....

En Salamanca podríamos generalizar y establecer una relación entre el origen y el destino de los desplazamientos de tal forma que la mayoría de las partidas de los viajes se producen en las afueras o barrios periféricos.  Por lo tanto los trayectos son más o menos, insistimos, generalizando, desde afuera hacia adentro.  Por eso, seguimos pensando que una de la claves de una buena movilidad sería reforzar o garantizar una buena conexión mediante transporte público de los pueblos del alfoz con la ciudad de Salamanca.

Volviendo a la idea inicial de los conflictos que se producen en el punto de origen tenemos que situar  a las comunidades de vecinos como parte fundamental del problema.  No vamos a tratar lo que pasa de puertas adentro pero sí de lo que sucede en espacios comunitarios.  Son muchos los testimonios que nos llegan de la animadversión de las comunidades de vecinos a ver bicicletas en los portales, pasillos, puertas o patios.  Y ello sin duda genera una dificultad para que muchas personas puedan comenzar sus desplazamientos en bicicleta.  El celo de contar con espacios vacíos pero sin función en las entradas y patios de los edificios es una lacra para fomentar más el uso de bicicletas y que, en consecuencia, terminan por desecharse en balcones, en el pueblo o, sencillamente, guardadas en lugares inaccesibles.  


Muchas veces, subir y bajar las bicicletas en ascensores, por las escaleras o descolgarlas de los trasteros supone el mayor impedimento, si bien, nadie, absolutamente nadie, propone restringir el aparcamiento de coches en la calle o ensanchar las aceras para caminar.  Se trata de una conciencia que lastra las inquietudes de ciudadanos que desean salir y entrar de sus viviendas en bicicleta y que en realidad promocionaría el transporte en bicicleta. No hay más que ver algunos carteles situados en patios, portales o sencillamente, las notas que vecinos "anónimos" colocan en aquellas bicicletas aparcadas en espacios comunitarios.  ¿Cuántas porterías sin portero se mantienen cerradas sin una función y en las que tal vez se podrían ubicar aparcamientos para bicicletas? ¿Cuántos metros cuadrados no se usan en los recibidores de los portales? 


Prohibido bicicletas, prohibido todo.....







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